Construyendo un movimiento masivo para detener Cop City
Traducido por María José López @M_X_J; también publicado en ojalá.
El pasado 31 de mayo, un contingente fuertemente armado de policías de Atlanta y la Oficina de Investigación del Estado de Georgia arrestaron a tres miembros de la junta directiva de un grupo que ha brindado asistencia a personas detenidas por intentar detener la construcción de una “Ciudad Policía,” Cop City en inglés.
El Fondo de Solidaridad de Atlanta (ASF) ha aportado fianzas y apoyo jurídico a activistas locales desde los levantamientos por la liberación Negra de 2020. Según The Intercept, el ASF “también ha destinado fondos a respaldar diversos trabajos contra la represión en Atlanta, entre ellos a grupos que trabajan con jóvenes trans sin vivienda, promotores comunitarios abolicionistas y cooperativas de trabajadores negros”.
Los miembros de la junta del ASF detenidos están siendo acusados de “lavado de dinero” y “estafas de caridad”. Durante meses, los fiscales han estado incriminando al ASF como una organización delictiva que lava dinero a través de “organizaciones legítimas sin fines de lucro”, y ha habido rumores de posibles cargos RICO, que podrían comenzar con estas detenciones (La Ley de Organizaciones Corruptas e Influenciadas por Extorsión persigue al crimen organizado a nivel federal).
La lucha contra Cop City en Atlanta ha encendido la mecha de la movilización frontal contra el estado carcelario y se ha convertido en un lugar de experimentación de la represión estatal. Tres años después de que millones de personas salieran a las calles para exigir la desfinanciación de la policía, la clase dominante y el gobierno de Biden expanden e intensifican la intervención policial.
Las Ciudades Policía marcan una nueva etapa en la militarización de la policía. Son instalaciones diseñadas para simular las condiciones reales de las guerras urbanas y entrenar a la mayor cantidad posible de policías en estas tácticas. Se están proponiendo y construyendo en todo el país. Una instalación similar acaba de activarse en Chicago y otras se están gestando en Las Vegas y en el centro de Nueva Jersey.
La “Academia de Formación de Policías y Bomberos” de la ciudad de Chicago, que costó 170 millones de dólares, se inauguró en enero de este año. Hace cinco años, el alcalde saliente, Rahm Emanuel, presionó para que el proyecto fuera aprobado en un consejo municipal dividido, a pesar de las protestas masivas en contra de la academia de policía. El complejo contará con una gran “aldea escenario” de edificios, traspatios y callejones para imitar un escenario de guerra urbana.
Cop City Atlanta abarcaría una superficie casi tres veces mayor que las instalaciones de Chicago. Incluiría una manzana urbana completa, helipuertos, campos de tiro y de pruebas de explosivos, en algunos puntos a menos de 250 pies de zonas residenciales.
El movimiento “Stop Cop City” (Alto a la Ciudad Policía) es la continuación más sobresaliente de los levantamientos de George Floyd a nivel nacional. Como respuesta, la policía ha presentado cargos falsos e infundados de “terrorismo doméstico” contra 42 personas y ha asesinado a sangre fría a un activista, Manny “Tortuguita” Paez-Teran.
El éxito o el fracaso de Stop Cop City tendrá un efecto importante en todas las luchas contra las múltiples manifestaciones de la opresión, la destrucción y la explotación capitalista. Las corporaciones y sus representantes políticos–los partidos Demócrata y Republicano–han estado impulsando políticas que resultarían en más policías, más oleoductos, más robo de tierras indígenas y más pobreza y precariedad. Una victoria del movimiento en Atlanta sería un golpe para el capital y daría fuerza a todos los movimientos sociales y sindicales.
City y el bosque Weelaunee
Cop City es el nombre que el movimiento le dio a una instalación militarizada de entrenamiento policial que se construiría sobre las cenizas de más de 85 acres del bosque Weelaunee, nombre tradicional mvskoke (muscogee) del bosque South River.
Weelaunee se traduce aproximadamente como “agua verde/café/amarilla”. Junto a las instalaciones de entrenamiento policial está prevista la construcción de un enorme estudio de grabación al estilo de Hollywood para Shadowbox Studios. Anticipamos que utilizará su cercanía a las instalaciones de entrenamiento militarizado para producir “copaganda”, es decir, propaganda para la policía, así como para el ejército estadounidense y, por supuesto, para destruir aún más bosque.
El bosque Weelaunee es uno de los bosques urbanos más grandes de Estados Unidos. Atraviesa gran parte de Atlanta, ayudando a cubrir el área de árboles (uno de los apodos más cariñosos de Atlanta es “una Ciudad en el Bosque”). Los bosques urbanos son esenciales para la salud de las comunidades. Ayudan a reducir el efecto de isla de calor urbano, que empeora con el aumento de la temperatura mundial, y contribuyen a contrarrestar la contaminación del aire y las inundaciones.
Además, el Bosque Weelaunee es un espacio muy hermoso. Hay constantes sonidos de vida salvaje, muchas zonas de recreo comunitario y siempre hay gente que sale a pasear, pasar el rato y convivir.
La ubicación de Cop City no se escogió por casualidad. Las autoridades de la ciudad eligieron la zona conocida como la Vieja Granja de la Prisión, una antigua plantación convertida en un campo para trabajos forzados, robada a los muscogee en la década anterior al Sendero de Lágrimas.
La Vieja Granja de la Prisión es una zona de intenso dolor. Debería ser el hogar de la reforestación, de la devolución de tierras (Land Back, en inglés), de la sanación. En vez de eso, la policía, el estado y los capitalistas intentan convertirla en Cop City.
La realidad abiertamente racista y antiobrera de Cop City se entiende mejor cuando nos damos cuenta de que pretenden construirla justo en medio de barrios negros, pobres y obreros.
Gresham Park, una de las comunidades de Dekalb County, un condado no incorporado que colinda con la instalación, es 76.5 por ciento negra. El gobierno ha convertido la cuenca del South River (Río Sur) en el condado de DeKalb, uno de los condados con mayor proporción de población negra del país, en una zona donde no se aplican las normas ambientales.
El grupo conservacionista Alianza de la Cuenca del Río Sur, que se opuso al acuerdo original de intercambio de terrenos que permite la construcción de Cop City y Shadowbox Studios, ha señalado que el condado no está obligado a cumplir la normativa de la Agencia de protección del medio ambiente (EPA).
Los ataques ambientales del estado contra las comunidades predominantemente negras del sur de Atlanta están relacionados con la marginación política. La ciudad de Atlanta no tenía jurisdicción sobre la tierra en la que supuestamente se construirá Cop City hasta que llegó a un complicado acuerdo de intercambio de terrenos con el condado de DeKalb.
Los barrios más cercanos a las instalaciones propuestas se encuentran en el “condado no incorporado de DeKalb”, lo que significa que, a pesar de vivir en la zona metropolitana de Atlanta, sus residentes no pueden votar en las elecciones municipales para alcalde y concejales. Y esos son los políticos que tomaron las decisiones para construir Cop City. Éste es un ejemplo emblemático de la intersección entre el racismo ambiental, el poder empresarial, la negación de derechos al estilo Jim Crow y la militarización policial.
La “alianza” empresarial con el gobierno
Cop City fue imaginada por primera vez en 2017 en negociaciones a puerta cerrada entre miembros del ayuntamiento de Atlanta y personas vinculadas a la Fundación de la Policía de Atlanta (APF).
La APF es una organización sombría cuya financiación y dirección proceden de empresas multinacionales con sede en Atlanta, como Home Depot, Norfolk Southern y Delta. La APF también está vinculada a varias agencias de noticias, entre las que destaca Cox Enterprises, que financia directamente Cop City y es propietaria del único periódico grande de la región, el Atlanta Journal-Constitution. Esto repercute enormemente en cómo se establecen las narrativas en torno a Cop City y la lucha contra ella en los medios de noticias dominantes.
La APF es la segunda fundación policial más grande del país, pero no es un caso excepcional. La cooperación entre empresas y policía sucede en todo Estados Unidos. Como la función de la policía es proteger y defender a los grandes propietarios y empresas, estas entidades cultivan relaciones especiales y privilegiadas con la policía. Algunos ejemplos muy conocidos son la asociación de la tienda Target con la policía para realizar vigilancia público-privada en Minneapolis, la financiación privada de la policía por Enbridge para “proteger” el oleoducto de la Línea 3, y en Atlanta mismo, donde la APF se asoció con la policía para crear la “Operación Escudo”.
El sitio web de la APF describe la Operación Escudo como “la principal iniciativa policial inteligente de la Fundación de la Policía de Atlanta. El programa ha instalado un entramado de unas tres mil cámaras en todas las zonas de la ciudad, cada una de ellas diseñada para conectarse en red en tiempo real con el Centro de Integración de Video del Departamento de Policía de Atlanta”.
La APF ha convertido la labor policial en Atlanta en una “alianza público-privada”. Durante las protestas por George Floyd en 2020, la APF dio a cada policía de Atlanta un bono de 500 dólares y compró al menos veinte nuevos coches de policía para el departamento. Actualmente, la fundación, que es la arrendataria de la Vieja Granja de la Prisión, está construyendo cinco casas para agentes de policía en el barrio Pittsburgh de Atlanta.
Casi el 90 por ciento de los residentes del barrio Pittsburgh son negros, y se enfrentan a un rápido proceso de gentrificación. Mientras la mayoría de los habitantes de Atlanta luchan por conseguir una vivienda, la APF está facilitando a los agentes de policía cientos de departamentos y casas gratuitos o a precio reducido por toda la ciudad, con la intención expresa de que haya más policías patrullando y en las organizaciones comunitarias.
Sin embargo, la labor policial “comunitaria” es una solución falsa. Más policías siempre conducen a más detenciones y más violencia policial. Los activistas de la organización de liberación negra Constructores de Movimientos Comunitarios están luchando contra la construcción de las cinco casas, bajo el lema “No Cop Housing” (No a las viviendas para policías).
La cooperación entre grandes empresas y la policía tiene motivos muy materiales. La policía protege las inversiones de capital y los derechos de propiedad. Esto incluye la especulación con la tierra y la vivienda, así como la construcción de industrias destructivas como la producción de combustibles fósiles.
El proyecto de Cop City obedece a dos causas principales, que están interconectadas.
La primera: Atlanta tiene uno de los índices de gentrificación más rápidos del país. Si caminas por uno de los barrios negros históricamente obreros de la ciudad, como Pittsburgh, ves los enormes complejos de viviendas nuevas en construcción que están expulsando a los residentes actuales. Ésa es mucha inversión que el capital quiere proteger.
Segundo: las élites quieren convertir la ciudad en un patio de recreo para los ricos. Eso incluye desde ser el “Hollywood del Sur“, hasta la “Meca Tecnológica del Sureste“, pasando por ser la sede de grandes eventos como la Copa Mundial de la FIFA 2026.
Atlanta Magazine ofrece una descripción de algunas de estas tendencias en términos económicos. Al describir la trayectoria de los precios de una casa en South Eugenia Place, una calle del barrio casi totalmente negro de Grove Park, la revista señala cómo la propiedad se vendió por algo menos de 30,000 dólares en 2008 y luego por 49,000 dólares en 2018. [A mediados de 2022], la casa volvió al mercado por 339,000 dólares, un aumento del 593 por ciento en tres años… Algunos miembros de la comunidad atribuyen estos precios desorbitados a Microsoft, Quarry Yards, Echo Street, Westside Park y otros desarrollos que han llegado o llegarán pronto a la zona.
La cifra de propietarios negros de viviendas en la zona metropolitana de Atlanta aumentó algunos puntos porcentuales este año, pero sigue estando muy por debajo de las tasas previas a 2008, ya que los precios de las viviendas y los alquileres han ido en aumento con la creciente especulación por parte de las grandes empresas.
Atlanta se encuentra en el último quintil de las principales ciudades de Estados Unidos en número de propietarios de vivienda negros en proporción con su población negra, lo que significa que el incremento del valor de las propiedades no está beneficiando a los residentes negros.
Un artículo de 2022 titulado “Compras de viviendas para alquilar por inversionistas y gentrificación en Atlanta” en el Blog de Política de Vivienda plantea la pregunta:
¿Están las compras de viviendas para alquilar por inversionistas vinculadas a los desalojos, la gentrificación y el desplazamiento de residentes negros?” La respuesta que obtiene es que “un nuevo análisis de las inversiones en alquiler en la zona metropolitana de Atlanta […] revela exactamente esto. Durante un periodo de seis años, los barrios de Atlanta en los que los inversionistas compraron edificios de departamentos registraron un aumento del 33% en la probabilidad de que se produjera un pico de desalojos.
Más allá de las estadísticas puras de desalojos, las cifras dan una idea de las dimensiones raciales de la gentrificación. En un periodo de seis años, estos barrios perdieron 166 residentes negros y ganaron 109 residentes blancos, en comparación con los barrios contiguos sin este tipo de adquisiciones.
El artículo continúa: “Atlanta ha sido una ciudad mayoritariamente negra desde la era de los derechos civiles… Sin embargo, de 2000 a 2010, Atlanta registró un marcado declive de residentes negros”. Los residentes negros disminuyeron un 11.3 por ciento, mientras que la población blanca creció un 16.5 por ciento. En la década de 2010, los grandes aumentos en los costos para los inquilinos y la disminución del 16 por ciento del número de alquileres asequibles en la región de Atlanta incrementaron la salida de residentes con bajos ingresos, muchos de ellos negros. En resumen, los propietarios capitalistas están cobrando precios demasiado elevados a los residentes negros de clase trabajadora y utilizando a la policía para ejecutar desalojos racializados.
Otro factor importante detrás de las Ciudades Policía es el deseo de las élites de mantener bajo control a las disidencias. La urgencia de construir nuevas instalaciones de entrenamiento policial militarizado se alinea con las respuestas gubernamentales a las revueltas de Ferguson en 2014, Baltimore en 2015, el movimiento de Standing Rock en 2016 y, especialmente, las protestas de George Floyd en 2020.
Al igual que en la década de 1960, cuando la policía, los supremacistas blancos y el ejército colaboraron en la construcción de Riotsvilles (Ciudades Revuelta), hoy el Estado está desarrollando Ciudades Policía para practicar tácticas de “contrainsurgencia” en preparación para el próximo movimiento de masas.
“Contrainsurgencia” es el término que usa la policía para describir lo que en realidad es represión estatal. Lo utilizan en el contexto de la lucha contra las movilizaciones de la clase obrera y los oprimidos, a pesar de que las protestas masivas no son insurgencias armadas.
Represión del movimiento, y las respuestas
Aunque los planes para Cop City se formularon desde 2017, fueron ocultados al público hasta 2021. Se espera que la instalación cueste al menos 90 millones de dólares, de los cuales 60 millones procederán de la APF y otros 30 millones de los contribuyentes de Atlanta. Recientemente, la APF dijo que no había podido recaudar todos los fondos, y la ciudad se enfrenta ahora a una votación para aprobar 31 millones de dólares adicionales para el proyecto. La votación sobre los fondos adicionales es una oportunidad para que el movimiento obligue a los funcionarios de la ciudad a poner fin al proyecto.
Cuando se anunció Cop City, los miembros de la comunidad empezaron inmediatamente a organizarse contra su construcción.
Previamente a la votación del concejo municipal sobre si permitir o no que el proyecto siguiera adelante, los residentes de las comunidades más cercanas organizaron una serie de manifestaciones callejeras, reuniones masivas, campañas puerta a puerta, ollas populares y otras acciones para ayudar a crear conciencia y oposición al centro de entrenamiento.
En la reunión del concejo municipal, una gran mayoría de ciudadanos de Atlanta se opuso a Cop City. En los comentarios públicos, el 70 por ciento de los residentes se oponían, y el 30 por ciento que estaban a favor estaban relacionados con la APF, con el departamento de policía o vivían en las zonas más ricas de la ciudad–algunas de las cuales amenazan de secesión si la ciudad no destina más dinero a las labores policiales.
En cuanto se aprobó la votación del ayuntamiento y el alcalde demócrata Andre Dickens dio todo su apoyo a Cop City, los defensores del bosque empezaron a ocupar Weelaunee, creando comunidades de lucha para oponerse directamente a la construcción. A su vez, los residentes siempre continuaron luchando contra Cop City por todas las vías posibles, como reuniones masivas, protestas callejeras dirigidas por jóvenes, eventos comunitarios y mucho más. La oposición a Cop City es profunda y feroz.
A medida que el movimiento avanzaba, el estado incrementaba la violencia de sus ataques. Las redadas en los campamentos en el bosque se intensificaron a finales del año pasado. En diciembre, con una lluvia de armas químicas y balas de goma, la policía detuvo a los defensores del bosque y comenzó a acusarlos de terrorismo doméstico.
El 18 de enero de este año, la policía asesinó a Manny Paez-Teran, conocido en el movimiento como Tort o Tortuguita. Desde entonces, los policías han tratado de construir la narrativa de que actuaron en defensa propia, pero la realidad es que ellos fueron los agresores–irrumpiendo en un campamento pacífico con el único objetivo de preservar la reputación del alcalde ante los preocupados inversionistas.
La poca información que ha publicado la policía sobre el asesinato de Tort es vaga y contradictoria. Pero una autopsia independiente presentada por la familia de Tort indica que le dispararon al menos 57 veces mientras estaba sentado con las piernas cruzadas y las manos en alto.
El informe del médico forense de Georgia indica que no había pólvora en las manos de Tort durante la autopsia, lo que contradice directamente la afirmación de la Oficina de Investigación de Georgia de que había residuos. Los agentes responsables de la muerte de Tort han sido nombrados, y el movimiento exige justicia para Tortuguita y una investigación independiente sobre su muerte. Tres activistas que ejercían su derecho democrático a compartir volantes con algunos datos sobre el asesinato de Tort se enfrentan ahora a cargos por delitos graves.
A finales de enero, tras el asesinato de Tort y mientras intentaba evitar posibles protestas por el asesinato de Tyre Nichols en Memphis, el gobernador de Georgia, Brian Kemp, declaró un “estado de emergencia”, efectivamente estableciendo una situación de ley marcial y dándose a sí mismo la capacidad de movilizar a la guardia nacional contra los activistas en cualquier momento. A pesar de esta amenaza, estudiantes del Centro Universitario de Atlanta, en el que se agrupan Facultades y Universidades Históricamente Negras (HBCU), protestaron en la calle contra Cop City.
Desde el asesinato de Tort, se han organizado protestas de solidaridad y otros actos en todo el país. El movimiento adquirió un nuevo sentido de urgencia y apoyo popular. Se convocaron dos semanas de acción, una a escala nacional y otra para recibir a simpatizantes en Atlanta.
La gente protestó (y sigue protestando) ante las oficinas de los promotores de la APF y de las empresas que financian Cop City. Durante la segunda semana de acción, se organizaron varios eventos para fomentar redes de apoyo y conexión en toda la ciudad, pero la policía tenía otros planes.
Durante el fin de semana del 4 y 5 de marzo, simpatizantes de Stop Cop City y miembros de la comunidad en general asistieron a un festival de música en beneficio del movimiento en Intrenchment Creek Park, rebautizado por el movimiento como Weelaunee People’s Park (Parque Popular de Weelaunee).
El segundo día del festival, la policía irrumpió en el encuentro y lo aterrorizó. Usaron como pretexto unos supuestos actos de destrucción de propiedad en las obras de Cop City. En realidad, el incidente en las obras y el festival de música no estaban relacionados antes del ataque de la policía al festival. Los asistentes al festival de música no tenían idea de por qué de repente había una horda de agentes de varios departamentos de policía sacando armas y amenazando con dispararles.
Alrededor de tres docenas de personas fueron detenidas, de forma completamente arbitraria. Según testigos presenciales, las personas que vivían en Atlanta y en zonas cercanas fueron puestas rápidamente en libertad. Sin embargo, 23 personas fueron acusadas de terrorismo doméstico –a pesar de encontrarse en un parque público.
Las “pruebas” contra ellos parecen ser principalmente que vestían ropa negra y enlodada. ¡Esta es la “evidencia” de una conspiración criminal terrorista según el estado! En realidad, es un castigo colectivo inconstitucional.
La ley estatal de Georgia contra el terrorismo doméstico se puso en marcha como respuesta al tiroteo masivo racista perpetrado por el supremacista blanco Dylann Roof en la histórica Iglesia AME Madre Emanuel de Charleston, Carolina del Sur, en 2015.
Se pretendía que la ley sirviera para combatir la violencia racista, pero en realidad se está utilizando para perseguir y reprimir a activistas antirracistas. Más aún, hay que entender que se están introduciendo leyes antiprotesta en todos los niveles de gobierno para silenciar y reprimir a los activistas sociales.
El estado defiende los intereses de los grandes contaminadores, del complejo industrial de prisiones y de los fabricantes de armas. Los gobiernos estatales han introducido muchos proyectos de ley de “infraestructuras críticas” que permiten presentar cargos especiales contra los activistas que se oponen a los oleoductos y gasoductos.
A nivel federal, el gobierno aprovechó los disturbios del 6 de enero para justificar nuevas leyes y medidas para combatir “extremistas domésticos violentos”. Mientras los demócratas se dan palmaditas en la espalda por luchar contra el trumpismo, las propias leyes y acciones están descaradamente dirigidas contra la izquierda.
Por poner un ejemplo concreto: los defensores de la justicia ambiental, los activistas por la liberación Negra y los socialistas y anarquistas son nombrados específicamente como probables extremistas domésticos violentos en el informe de Biden sobre la Estrategia de Seguridad Nacional 2021—todo con el fin de justificar el aumento de la vigilancia y la intervención policial para proteger el sistema actual.
¿Qué sigue para el movimiento?
Si se construye Cop City, significaría que policías de todo el país y probablemente de todo el mundo usarán las instalaciones para entrenarse en tácticas extremas anticomunitarias y antiprotesta. Toda persona interesada en defender las libertades civiles, luchar contra el poder policial, proteger los ecosistemas y construir un mundo mejor puede involucrarse en esta lucha.
Hay acciones de Stop Cop City en Atlanta y sus alrededores y en todo Estados Unidos varias veces a la semana.
Entre ellas se encuentran algunas grandes y militantes manifestaciones en universidades y colegios de Atlanta; una serie de acciones que movilizaron a cientos de personas para que un estudiante de Derecho de la Universidad de Carolina del Norte, acusado de terrorismo doméstico, pudiera asistir a clase; un plantón informativo organizado por una coalición en Greensboro, Carolina del Norte; y muchas más. Éstas son especialmente significativas porque los activistas comprenden que el estado tiene especial interés en vigilar este movimiento en todo el país, y los estudiantes de Atlanta en particular se enfrentan a amenazas de sus escuelas por participar en la organización.
Ha habido ejemplos increíbles de personas y miembros de la comunidad a lo largo del país que han iniciado protestas, actividades educativas y reuniones. Ahora bien, estas acciones siguen estando en gran medida aisladas unas de otras, sin un organismo colectivo, democrático y transparente que incorpore al movimiento a nuevas personas que puedan hacerse responsables de su política y su carácter.
Hasta ahora, algunos puntos débiles del movimiento son su adhesión a la denominada “diversidad de tácticas” y la tendencia a dispersar el trabajo de organización en grupos pequeños y efectivamente independientes, en vez de trabajar por la formación de un movimiento de masas unificado.
Aunque los partidarios de la “diversidad de tácticas” como principio afirman que este método le da su “vitalidad” al movimiento y permite una movilización continua, la realidad es que este enfoque ha aislado al movimiento de otras fuerzas sociales y lo ha dejado internamente atomizado.
Actualmente no existe una dirección clara sobre cómo luchar contra Cop City a escala nacional de forma que pueda movilizar a las miles de personas necesarias para ganarle al estado. Esto da pie a una serie de inquietudes, desde la seguridad básica hasta la realización de movilizaciones verdaderamente masivas.
Cuando las manifestaciones se organizan en pequeños grupos, sin espacio para la discusión y la planeación públicas, resultan muy difíciles ciertos pasos básicos como organizar a comisionados y equipos de seguridad, tener una idea clara de quién es responsable de las acciones y contar con organismos de toma de decisiones amplios y representativos.
Para construir el movimiento de forma que resulte atractivo para las personas trabajadoras y oprimidas, es necesario que los organizadores sean directos sobre quién participa, cuáles son los riesgos de la participación y cómo se abordarán los problemas de seguridad.
Un ejemplo positivo de esta forma de actuar en el movimiento fue la manifestación del 8 de marzo dirigida por los Constructores de Movimientos Comunitarios frente al King Center. Ahí se creó y se anunció públicamente una coalición, y los organizadores dejaron claro que la manifestación sería pacífica, con seguridad propia y sería un espacio para que la población negra de Atlanta hiciera oír su voz.
Los organizadores de todos estos esfuerzos tienen por delante una ruta para empezar a desarrollar un modelo de organización basado en coaliciones que permita las mayores movilizaciones posibles mediante la discusión colectiva, la transparencia y la rendición de cuentas, y una estrategia que incluya acciones masivas organizadas a nivel nacional.
Organizar las acciones de este modo no es un ataque contra la “autonomía” de los activistas y los defensores del bosque, sino que permitiría la mayor coordinación e impacto público posibles de los eventos.
Este método también podría lograr que se pudiera revertir la ausencia casi total del movimiento obrero en la lucha contra Cop City y en la defensa de los manifestantes victimizados. Esta ausencia no es culpa de los activistas de Stop Cop City, sino de la oficialidad sindical, que en general ha desvinculado a los sindicatos de las luchas sociales, al tiempo que tiende a ponerse del lado de la policía y sus “sindicatos”.
Al mismo tiempo, hay ejemplos importantes de acciones sindicales contra Cop City y la represión estatal asociada. Algunas son a través de los sindicatos y sus dirigentes. Por ejemplo, la Coalición de Trabajadores Graduados de la Universidad de Indiana (United Electrical) y el Sindicato de Empleados Graduados y Postdoctorados de la Universidad de Connecticut (GEUP-UAW 6950) publicaron unas inspiradoras declaraciones (aquí y aquí) apoyando al movimiento Stop Cop City en general.
El Presidente General del Sindicato Internacional de Pintores y Oficios Aliados (IUPAT), Jimmy Williams Jr., publicó un importante comunicado solicitando el fin de la represión contra los defensores del bosque.
Otros ejemplos de actividad obrera en el movimiento no son a través de sindicatos como tales, sino que han sido acciones colectivas emprendidas por compañeres de trabajo, por lo general académicos. Esto incluye a más de 50 profesores del Colegio de Morehouse, 55 profesores de la Universidad Estatal de Georgia y docenas de profesores de salud pública, estudiantes de licenciatura y posgrado y exalumnos de la Universidad de Emory, todes elles escribiendo sus respectivas cartas colectivas exigiendo la cancelación de Cop City.
Un punto central importante de la organización es la lucha específica para conseguir que se retiren los cargos contra los activistas acusados.
Estos cargos representan una escalada enorme por parte del estado y sentarían un terrible precedente. Deben rechazarse enérgicamente. Hay muchas oportunidades para hacerlo; todas las organizaciones interesadas en defender los derechos democráticos pueden participar–sindicatos, organizaciones socialistas, grupos de defensa climática, organizaciones de justicia racial y de inmigrantes, grupos estudiantiles, y muchos más.
A los políticos no les interesa detener Cop City ni defender los derechos democráticos. Para frenar Cop City hay que establecer conexiones, organizarse colectivamente y construir un verdadero movimiento de masas que tenga capacidad y respaldo en todo el país.
Esto es posible y está empezando a suceder, pero es un proceso accidentado y debe desarrollarse a mayor escala con una colaboración más abierta. Si conseguimos articular todo esto, podremos construir luchas aún más fuertes contra las propuestas de Cop City en Atlanta, Las Vegas, Nueva Jersey ¡y en todas partes!
Imagen destacada: Chad Davis; modificada por Tempest.
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Erwin Freed es miembro de Workers’ Voice y activista de Stop Cop City.